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Thursday, November 22, 2007

Una celebración del productor

The First Thanksgiving by Leon Gerome
En 1620, un grupo de personas llegó a las costas de Plymouth, huyendo de las persecuciones religiosas en Europa que los había sacado de Inglaterra y Holanda, para construirse una nueva vida en el nuevo mundo. Ellos se constituyeron en un "cuerpo civil-político" que viviría bajo leyes, actas y ordenanzas pensadas para lograr el bien de la colonia.

Con el natural idealismo que posee mucha gente, diseñaron un "revolucionario sistema" que desafiaría lo conocido y pondría en práctica el método alabado por tantos hombres de bien de todos los tiempos: la propiedad comunal. Ellos no tendrían nada propio, sino solo bienes en común. Las tierras de cultivo, la comida y el resto de los bienes serían producidos y distribuidos en común. El trabajo, hecho en común, beneficiaría a todos en común. De este modo, su nueva sociedad no tendría más injusticias y, confiando fervientemente en Dios, su proyecto saldría adelante.

Los resultados, sin embargo, no fueron los que se esperaban. A pesar de tener un tratado de alianza con los indios (1621) y la ayuda de nativos, quienes les enseñaron los mejores métodos para sembrar maíz, pescar, navegar y buscar nuevas tierras de cultivo; apenas lograron obtener alimentos para su subsistencia. La mitad de la colonia no sobrevivió el primer invierno.
Según se desprende de los testimonios de la época[1], para 1623 la colonia "languidecía en la miseria". Muchos muertos tan solo en el primer año mientras los sobrevivientes permanecían en desnutrición. Los colonos tenían que cambiar sus herramientas por un plato de comida de los indios, otros se vendieron como sus esclavos, mientras algunos se decantaron por el robo y el pillaje[2]. ¿Cómo una colonia supuestamente virtuosa pudo descomponerse de este modo?

Tras tres largos años de muertes por hambre y frío, empezaron a cuestionar las mismas premisas sobre las que su sociedad se había fundado. Así en 1623, el gobernador y los líderes de la colonia establecieron que "cada hombre cultive para sí mismo" y procedieron a dividir la tierra entre familias, en proporción a su número. El resultado fue impresionante. El nuevo sistema "hizo diligentes a todas las manos", pues mucho más maíz fue sembrado y mucha más cantidad recolectada. Las mujeres "ahora fueron deseosas a los campos y llevaron a sus pequeños consigo, cuando antes declaraban ser débiles o inhábiles"[1]. Un tipo de actitud que se hubiera logrado antes "solo con una gran tiranía".

El día de Acción de Gracias de 1623 celebró una producción espectacular.

La lección de todo esto es el fracaso del principio del bien común. Eso, y también que el gobernador no le echó la culpa a los imperialistas británicos. Cuando las personas saben que el fruto del propio trabajo permanece con el que trabajó, y que tu producto no será repartido en nombre de ninguna utopía a los que no sudaron tu sudor; entonces la actitud hacia la producción cambia. Y ya no es necesaria la opresión ni la pobreza.

Pero esto, insisto, debido a que en lugar de buscar un chivo expiatorio, simplemente cuestionaron lo que estaban haciendo. Alguien decía que la estupidez es hacer siempre lo mismo pero esperar resultados diferentes. No, la culpa no fue de los neoliberales salvajes ni de los británicos ni de la partidocracia. La culpa era de todo aquello en que habían creído sin cuestionar. Su mérito fue el saber que tenía que haber una relación de causa y efecto que ellos debían encontrar, si querían vivir.

Acción de Gracias celebra la producción como un logro humano y celebra el descubrimiento de los colonos del mejor método para lograrlo. En 1623 particularmente celebraron el fin de tres años de socialismo, enfermedades, pobreza y muertes (valga la redundancia) y el triunfo de la Justicia del sistema de propiedad privada. Este, como muchos otros testimonios históricos, prueba que la colectivización no solo destruye la economía sino también las relaciones humanas, pues cada uno es tratado como un potencial parásito y, lejos de ser visto con simpatía, es visto con odio; lejos de ser visto como un conciudadano, es visto como un delator.
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"La experiencia hecha estos años, tanto con hombres justos como con soberbios, hace muy evidente la vanidad de esa falsa doctrina de Platón y otros, y tan aplaudida en los últimos tiempos, que el quitar la propiedad de las personas y hacerla común, dentro de una comunidad, los haría felices y florecientes; como si ellos fueran más sabios que Dios.

"Pues esta comunidad trajo mucha confusión y malestar (...) el joven y capaz se lamentaba de tener que gastar su tiempo y fortaleza en trabajar para las esposas y los hijos de otros hombres, sin ninguna recompensa (...) el fuerte no tenía una mejor porción que el débil y esto fue visto como una gran injusticia (...) comenzaron a tratarse con indignidad y a faltarse el respeto entre ellos (...) las mujeres consideraban esclavitud el tener que cocinar, lavar y planchar para otros hombres y tampoco muchos maridos lo soportaron".
-Gobernador William Bradford, diario personal.
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[1] History of the Plymouth Plantation, por W. Bradford.
[2] The Thanksgiving's lesson, por J.C. Rodríguez.

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